miércoles, 27 de febrero de 2013

Los Moreno Rojas saquean el dinero y se quedan con todo su poder corruptor



Continúan saliendo a la luz pública las inigualables contribuciones de los hermanos Moreno Rojas al robustecimiento decisivo de la corrupción pública colombiana.

Bástenos por hoy con mencionar a dos de esas contribuciones, de las muchas e imponentes que engalanan las hojas de vida que a modo de sumario les abrió la Fiscalía a Samuel, el exalcalde de Bogotá,  y a Néstor Iván, el exsenador de la República.

La primera no es otra que esa feroz resistencia de ambos a rechazar sobornos. En efecto, nunca, ninguno de los dos cedió a la execrable y desacreditada tentación de negarse a recibir los sobornos que les fueran ofrecidos por los contratistas. Nunca.

Y fue esa virtud férrea y no otra la que empujó a Iván y a Samuel a recibirlos todos, según informó hoy la Fiscalía. 

La corrupción le debe a Samuel la segunda contribución, y fueron las invaluables capacidades de liderazgo, dirección y ejecución de que él hizo gala a la hora interminable y enriquecedora de desvalijar las arcas bogotanas.  

Mejor lo dijo la Fiscalía cuando exaltó aquel talento ejecutivo de Samuel, asegurando que fue él quien "encabezó y dirigió" el concierto para delinquir que saqueó las finanzas del Distrito entre diciembre del 2007 y junio del 2010.

De manera que el apoyo de la banda que los patrocinó, el Polo Democrático, no se hizo esperar, y consiste en que allí consideran que Samuel e Iván han hecho con todo esto suficientes méritos para seguir siendo políticos de izquierda y de éxito.

Y a ser candidatos futuros a cualquier puesto o representación política  de saqueo fácil y sin trabas.

Y más si ambos, Samuel e Iván, ya disponen por lo menos de un contundente lema de campaña del agrado del Polo y que los conducirá a ellos y al partido a la victoria final.

Y el lema es…¡DEJEN ROBAR A LOS MORENO! 

martes, 19 de febrero de 2013

Publíquese, cúmplase…¡Y corrómpanse!



Alguna vez en el Congreso de Colombia hubo honorabilidad.

Yo, como usted, amigo lector, no lo puedo creer. Pero sí: sí la hubo en semejante organismo.

No en cantidades grandes, desde luego. Sino apenas la que podía caber en la palabra honorable, que era el rótulo que entonces anteponían al de senador y al de representante, y con el cual se honraban y creían decirse la verdad unos a otros.

Esto ya no ocurre. Siguen anteponiéndose, es verdad, el título de honorable como antes lo hacían, mas lo hacen hoy en día no para honrarse sino para mentirse unos a otros.

Porque en muchos congresistas actuales la honorabilidad ya no habita de labios para adentro, y sin embargo continúan siendo honorables de labios para afuera.

Quiero decir que contienen ellos una abundante deshonorabilidad de fondo de la que están muy orgullosos, pero logran taparla con una honorabilidad de palabra, de la que ya no están muy seguros.

Es más: Su aspiración máxima consiste en hacerse a una completa deshonorabilidad de palabra y de obra, que les evite caer en esas ridículas tentaciones de honestidad que no faltan, y al cabo los premie con una supermillonaria pensión, que tampoco les sobra.

Pero, ¿para qué traer todo esto a cuento?

Para poder entrar de lleno en el caso de Camilo Romero Galeano.

Él es un senador que empezó como honorable, logró luego el  rápido e ineludible ascenso a deshonorable, pero al que ya ni pizca de deshonorabilidad le queda porque la gastó toda en dos recientes proezas históricas.

Tras la escandola aquella de la reforma a la justicia, Camilo se empeñó en la tarea de revocar el Congreso con firmas ciudadanas. Ha juntado pocas, hasta ahora. Bueno, las suficientes para revocar a los porteros del Capitolio.

Hace algunos días le dio por la renovación del Congreso, y por llevarla a cabo echando fuera a los viejos congresistas corruptos, y metiendo en su lugar a jóvenes imberbes por corromper.

Contó que se halla, en efecto, exprimiendo todo su cerebro de senador en un proyecto de ley que reducirá la edad de entrada al Congreso.

De manera que los menores de 30 años podrían entrar y caer en las garras del Senado, y los menores de 25 años en las de la Cámara.

En conclusión: estimular a menores a ser políticos, senadores y representantes, a una edad en que esos menores deberían estar aprendiendo a ser, por el contrario, buenos y honrados ciudadanos.

Con este proyecto, Camilo Romero superó con creces a ese otro ejemplo viviente de deshonorabilidad que es el inefable senador Roy Barreras.

Porque, si bien se mira, lo que en realidad va a conseguir esa ley no es lo que el senador pretende, que es la renovación del Congreso por los jóvenes, sino otra cosa bien distinta, y es la criminal corrupción de los jóvenes por los congresistas.

jueves, 14 de febrero de 2013

Por bancarrota, la miseria nacional entra a liquidación



Juan Manuel Santos consiguió al fin introducir un factor de desmoralización creciente en las cristianas y sempiternas filas de la pobreza colombiana.

Ocurrió cuando se ufanó en Chile de haber logrado en poco menos de un año reducir del 13 al 10% la pobreza extrema, olvidándose de paso de los desesperados esfuerzos desplegados por la propia y extrema pobreza para reducirse a sí misma.

De modo que aquí nadie le creyó a Santos. Y menos que menos los dueños y amos de la pobreza extrema, que no contentos  en la incredulidad se fueron más allá, y lengua en ristre la emprendieron contra el mandatario incierto.

Hasta de mentiroso llegaron a tildarlo algunos de ellos.

Con argumentos como los siguientes: “A la miseria nacional no le cabe un colombiano más. Ni uno más. A tal grado de saturación llegó, que ya se declaró en bancarrota, empezó a rechazar solicitudes de ingreso, y destetó y echó a la calle a centenares de miles de colombianos que hasta ayer vivían de ella”, dijeron los amos de la pobreza.

Y agregaron: “De manera que si en Colombia la pobreza extrema se redujo del 13 al 10% en estos meses, no fue gracias a Santos y a sus estadísticas, sino gracias a la miseria misma y a la determinación de deshacerse de una porción inmensa de colombianos que ella tenía bajo su pródiga indigencia.

Y concluyeron: “Lo que queremos subrayar es que en Colombia ya no hay miseria para aquellos compatriotas que está haciendo cola para refugiarse en ella. Tendrán que cambiar de pobreza o desplazarse con ella a otra parte.

“Y que quede bien claro: ya no hay lugar en ella para un colombiano más, no por carencia de generosidad, sino porque la miseria está en quiebra, y lo que es muy grave y puede causarle la liquidación definitiva, ¡aún sigue padeciendo de sobrecupo!”.

martes, 5 de febrero de 2013

Los testículos ya no caben de la dicha en su nuevo empaque



Es cierto: los testículos del hombre siempre han querido mejorar la bolsa que los aloja, pues aseguran que se encuentra desactualizada desde Adán.

Pero nada: las revoluciones jamás se ocuparon de la zona media del hombre, y aquella bolsa cruzó siglos y edades tan imperturbable como la que Eva tuvo en el paraíso, a la mano y para el goce ocasional.

Llegó sin embargo el día del cumplimiento del refrán que dice que no hay cuero que dure cien años ni testículos que lo resistan.

Fue el día en que el mercado inventó las leyes de la oferta y la demanda, y éstas se pusieron enseguida al servicio de los testículos y sus sueños de una envoltura digna del mejor gusto femenino.

Los cuatro empezaron así un trabajo colectivo que no tiene paralelo en todo el proceso de la evolución humana.

Distribuyeron funciones así: Mientras los testículos continuaron, como siempre, dando lo mejor de sí, las leyes emprendieron una tenaz campaña contra la vieja envoltura heredada de Adán, y probada y aprobada por Eva.

La ley de la oferta empezó por criticar el nombre de la envoltura. Sostuvo que una mercadería que se llame escroto no debería ofrecerse ni siquiera en los “agachaderos” de andén.

Por su parte, la ley de la demanda insistió en que era impensable que alguien pudiera sentirse satisfecho con la adquisición de un producto que mostrara en vitrina el aspecto del escroto.

Hasta que la campaña llegó a oídos de la cirugía plástica, y ésta de inmediato cogió herramientas y se aplicó luego a lo suyo: a echar cuchillo.

Y fue así como cuchillo y mercado lograron embellecer por fin algo que ni el Creador ni la Evolución se habían atrevido siquiera a tocar, tal vez por temor a la embestida del procurador Ordóñez.

Entre los testículos favorecidos se encuentran los de George Clooney, que ya se ofrecen en empaque de lujo, sin las arrugas de Adán y sin las imperfecciones propias del lugar.

Y todo ello gracias a un estiramiento de piel (lifting) que tuvo lugar allá abajo, según reveló el propio actor.

Ya entrados en estiramientos de la zona media, los hombres no queremos que se desechen las arrugas que el planchado de testículos deje inservibles.

Exigimos en cambio que se desplacen un poco y sean absorbidas por la piel de aquel tubito que también presta servicios allá abajo, y cuya movilidad se reduce un “estira y encoge” más o menos continuo.

Y lo exigimos porque estamos seguros que ocurrirá lo siguiente: que al momento de desarrugarse, cuantas más arrugas albergue en su piel el tubito aquel, mayor habrá de ser su estiramiento.

Y lo que es mejor: al natural y sin cirugía plástica.