El
quisquilloso asunto se resolvería dentro de la Constitución y las leyes
vigentes si Angelino Garzón, el vicepresidente de Colombia, escuchara con más
atención lo que a gritos le está diciendo ese nuevo e interesante órgano de
nuestra democracia, que es su muy distinguida y bien colocada próstata.
Sí: Angelino
le ha negado a ella el gesto mínimo y democrático de prestarle atención. De
pararle bolas, pese a existir entre estas y aquella una buena y muy conocida
vecindad. Bueno, diríase que casi una hermandad.
Y por eso, y
por no querer salir del limbo prostático en que se halla, Angelino dijo lo que
dijo: que “está dispuesto a entregar su cargo si así se lo piden el presidente
Juan Manuel Santos y el presidente del Congreso, Roy Barreras”.
Sepa, don Angelino,
que ninguno de los dos va a cometer el error de pedírselo. Esto de ninguna
manera va a ocurrir: ni por próstata, ni por Roy.
No lo hará
Santos porque su próstata también fue sometida, si no a un examen constitucional,
sí a exámenes y tratamientos médicos, lo que le quita al presidente, como de
hecho le quitó, toda la autoridad prostática y orgánica que necesitaría para
poder quitarle el cargo a Angelino.
Tampoco lo
hará Roy Barreras por varias razones.
Primera:
¿con qué cara habría de hacerlo? Mejor dicho, ¿con cuál de las tantísimas caras
políticas que hasta hoy ha tenido y mostrado se atrevería a pedirle la renuncia
a Angelino? No, definitivamente no tiene cara para ello.
Segunda,
porque Roy ha dado trazas suficientes de ser incapaz de ver la paja que hay en
la próstata ajena, sabiendo, como él bien sabe, que va siendo hora de ir
poniendo la propia en remojo.
Y tercera,
por desconfianza de político. Anda, en efecto, exigiéndole exámenes médicos a
Angelino. Y es tanta su insistencia en esto, que ha llegado a decir en privado
que si tiene que hacerle personalmente el examen prostático a Angelino, se lo
hará.
Pero estamos
seguros que su amor a lo constitucional no lo llevará a tal extremo. Pues quienes
hemos sufrido un examen de próstata, no de los de laboratorio, sino de los que
se practican a dedo, de sobra sabemos que para eso se necesita mucho tacto; y
tacto, lo que se dice tacto, es precisamente de lo que carece por completo Roy.
Y aunque sabemos
también que el examen prostático a dedo es una pequeña violación que impunemente
se le hace al difícil fuero masculino, hemos de reconocer al mismo tiempo que
todo podrá esperarse de Roy, menos, menos que sea capaz de violar al recóndito fuero
vicepresidencial.
Así las
cosas, si Angelino es tan respetuoso de la Constitución y las leyes como dice
que lo es, que entonces escuche solo a su próstata.
Si se
dignara prestarle oídos, advertiría que esto es lo que le está gritando: “No
renuncie Angelino. No lo haga. Que si su corazón, su cerebro y yo le hemos
fallado a usted, usted no le puede fallar a sus millones de electores”.
Y nosotros,
sus electores precisamente, no podemos menos que estar de a cuerdo con la benemérita
y muy comentada próstata vicepresidencial.
También aconsejarle lo siguiente: nada de exámenes.
Y si Roy
Barreras insiste, consienta, Angelino, en hacerse solo uno: el del ICFES.
Un
pequeño escollo para usted, Vice, porque esta prueba es más cerebral que
prostática.