lunes, 30 de enero de 2012

El sistema de salud lamenta informar que tal vez Dios ha muerto…

Escúchenme bogotanas y bogotanos de todos los sexos habidos y por haber:

No, Dios no ha muerto. ¡Al parecer aún goza de magnífica salud! Algo extraordinario debió ocurrir, que impidió que la muerte lo apañara a Él también.
¡Sí, se salvó¡ Digamos que…¡por un pelo! ¿Y por qué? Pues porque nuestro sistema de salud logró al fin salvarse, y salvar así a todos sus afiliados.

Retrocedamos un poquito. Para luego preguntarnos: ¿en qué se convirtió el sistema de salud en los años de gobierno de Uribe?
Ni más ni menos que en una constante amenaza de muerte, cuyo blanco predilecto fueron sus afiliados y el sistema mismo.

Es más: el golpe de gracia al sistema iba a dárselo la segunda reelección presidencial…
Pero por fortuna subió Santos: Juan Manuel Santos, el portentoso. Que ganó y nos hizo el milagrito: no solo resucitó al sistema de entre los muertos, sino que, no contento con darle vida, se propuso meterlo entre los mejores del mundo, y lo consiguió al fin.

Y ahora ¡qué de bondades, qué de sanaciones y qué de prodigios encontramos los colombianos en el sistema de salud de Santos!
Creámoslo: hay tanta salud en el sistema, que hasta la señora Parca, la propia señora Parca insistió en afiliarse. La afiliaron, y hoy, luego de ver a dónde van a parar los enfermos que llegan al sistema, es, de todos los usuarios, la más satisfecha.

Sí, creámoslo: genera tanta confianza la atención médica, que hasta da gusto contraer alguna terrible enfermedad.
¡Cómo no, si la sola lectura de la lista de los servicios del POS actualizado bastaría para que entre en pánico el terrible achaque, abandone el cuerpo, se exilie en algún país vecino y de allí no regrese nunca jamás¡

Pero…¿podríamos dar por perfecto a un sistema de salud que careciera de “carrusel de la contratación”?
No, por cierto.

Pues bien, bogotanas y bogotanos: al sistema de salud de nuestra ciudad no le falta ese “carrusel”. ¿Cómo iba a faltarle?
¿Lo celebraremos? ¿Nos indignaremos por ello? Bueno… a escoger lo que queramos.

Lo que sí hemos de hacer es desmantelarlo y castigar de manera ejemplar a sus fundadores.
¿Castigarlos? ¿Y por qué?

No porque se roban la plata, pues plata es lo que hay -y de sobra- para invertir en los servicios de corrupción pública. Sino porque están haciendo lo que realmente sí es inaceptable, y es desprestigiar al sistema de Santos.
¿Castigarlos por esto? Claro que sí, y duro.  ¿Pero cómo?

No poniéndolos desde luego ante la justicia ordinaria, pues, como es al mismo tiempo ciega y cojitranca, jamás llegaría.
Castiguémoslos con algo más contundente. No con la pena de muerte, puesto que nuestras leyes no la permiten, sino con algo que se le acerque bastante.

¿Y qué es lo que más se le acerca?
Esto: ¡el hecho de ser usuario del sistema de salud de Bogotá¡

Entonces…¡obliguémoslos a afiliación perpetua!
Comuníquese esta decisión al secretario de salud distrital, para que proceda de inmediato a ejecutarla.

He dicho.

martes, 24 de enero de 2012

Un funcionario público es inocente hasta que Uribe lo defienda

¡Claro que nos entristece la situación desesperada en que se encuentran estos hombres!

Nos referimos a ciudadanos de intachable conducta y ajenos por naturaleza a todos los delitos habidos y por haber. No obstante, si llegaran a cometer alguno, podría ser éste: permitir que los pillasen.

Sí, estamos hablando de aquellos ciudadanos ejemplares que hoy se hallan bajo acusación seria de la Fiscalía, y que en su día fueron empleados de ese gobernante ejemplarísimo que es Álvaro Uribe.
Sí, pobrecitos: están ellos en la peor de las situaciones. Todos conspiran en contra suya. Todos, y Uribe el que más.

¿El expresidente? Sí, Él, que los tiene en una situación bastante desesperada, puesto que a las acusaciones de la Fiscalía deben agregar otra más grave que todas las demás juntas…, y es la defensa pública que el mismo Uribe les viene haciendo.
¡Convertir una defensa en una acusación de gran peso¡…: he aquí otro de los asombrosos y exclusivos prodigios de este expresidente ejemplar. Milagro que sin vacilar nosotros le aplaudimos y las cárceles todas le agradecen.

¿Y cómo lo logró? ¡Fácil! A lo largo de su vida pública y privada, Uribe no ha hecho otra cosa que defender en forma vehemente y tenaz a funcionarios que se hallan entre la culpabilidad y la inocencia.
Y lo digno de asombro es que los ha defendido tan bien, pero tan bien, que tras cada defensa suya, esos funcionarios, no solo no vieron aumentada su inocencia un punto, sino que, por el contrario, resultaron mucho más…, pero muchísimo más culpables que antes.

Y ante esta costumbre que ya hizo norma, nuestro sistema acusatorio se ha visto precisado a hacer suyos dos nuevos criterios.
Uno, que una defensa del expresidente es un indicio muy serio de una culpabilidad mayor; y el otro, que “Todo exfuncionario es inocente hasta que Uribe, mediante defensa, insinúe lo contrario”.

Pero, si bien se mira, lo que Uribe hace es atentar en forma fatal contra la presunción de inocencia de sus exfuncionarios. Y esto no ha de quedar impune.
Esperamos entonces el día en que la Fiscalía decida hacer lo que en este caso debería hacer, y es… ¡iniciarle a Uribe formal proceso por el gravísimo delito de “defensa acusatoria”!

martes, 17 de enero de 2012

De berridos que siguen dando fama y colas que “colapsaron”

Abordaremos enseguida otros temas. Abandonamos los aullidos (caricatura)que parecen cantos para retomar enseguida esas bolas de silicona que bajo la piel gustan de hacer las veces de preciosas nalgas.

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UNA PREGUNTA IMPORTANTE. La cola más mirada y admirada de Colombia, la de la bella presentadora Jessica Cediel, se vio precisada en el 2011 a entrar en caída rápida por mala cirugía. ¡Al parecer, Jessica sufrió así pérdida total! ¿Podrá Ella seguir haciendo lo que venía haciendo?  Que lo siga llevando a cabo es lo que más queremos en el mundo.

Nos damos cuenta, sin embargo, que después de su caída nalgar la Cediel ha quedado con la misma inteligencia pero con escasa “cola”, y que ambos hechos constituyen de por sí una gigantesca desventaja en el competitivo mundo de la farándula nacional. Nos corresponde entonces preguntar: en lugar de la cola, ¿cuál de las tantas partes bellas que Jessica posee será la pieza fundamental sobre la cual ella siga sosteniendo la magnífica carrera que traía?
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UN EXTRAORDINARIO ESFUERZO INTELECTUAL. El coeficiente intelectual mide la inteligencia humana. Contra lo que muchos creen, esta es una medida que también se puede aplicar a las reinas de belleza y a las presentadoras de televisión y radio. Y viene esto a cuento porque  científicos de los más serios sostienen que este coeficiente cambia con la edad. Es probable que llegaran a esa conclusión después de examinar a algunas de esas reinas y de esas presentadoras nuestras.
En efecto, la vida de estas fugaces estrellas es un constante y mayúsculo esfuerzo por elevar aquel coeficiente. Sorprendentemente lo logran. Y por eso el esfuerzo que despliegan es digno de estimación. Corregimos: digno de la más alta y merecida admiración, por cuanto ellas, tratándose de este coeficiente, casi siempre parten de cero.

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LOS GLOBALIZADOS. El cojo ya no es El Cojito. Ni el mudo, El Mudito. Ni el ciego, El Cieguito. Almas buenas y caritativas consideran que llamarlos así es irrespetar gravemente su dignidad. Impusieron entonces la obligación  de llamar a los discapacitados como “personas en condición de discapacidad”.

Lo curioso es que ya hay grupos humanos que están haciendo cola para hacer su ingreso a la nueva moda. Los negros, por ejemplo. Pronto no podrán ser llamados negros sin que ellos se sientan profundamente ofendidos. En cambio habrá que decirles “personas en condición de negritud”; o si se prefiere, “de chocuanidad”.
Los colombianos también. Si nos apuramos,  muy pronto llegará el día en que nadie podrá decirnos colombianos, sino “personas en condición de colombianidad”.  Vaya, vaya;  esto sí que es respeto humano en progreso.

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UNA CAMPAÑA SUPERNECESARIA. Sí, que se acaben las corridas de toros. Es preciso defender la vida de esos indefensos animalitos. Sobre todo de los que hacen de toreros.

jueves, 12 de enero de 2012

La otra obra de caridad: dar de beber al zancudo

(Emprendemos una vez más el intento de tomar lo serio y hacerlo risible, ya que lo serio, si bien se mira, es lo que más risa produce en el mundo)

Dicho esto, debo contar que acabo de dejar atrás quince días de vacaciones. Los disfruté en tierra caliente, en la grata compañía de zancudos, mosquitos y  todos esos bichos que nuestros climas tropicales cultivan y emplean para acoger a los visitantes y darles la oportunidad y el placer de rascarse.  

Y he de agregar que sólo cuando aquellos sedientos bichos lo permitieron pude disfrutar de la compañía de algunos amigos y familiares.

Comprenderán entonces que en estas condiciones me vi obligado a realizar una de las obras de caridad que Dios nos manda hacer de cuando en cuando: la de dar de beber al zancudo. 

Les di permiso de beber todo cuanto quisieron beber. Supe (en halago de mi extraordinario sentido de la caridad) que durante aquellos días esa fauna voladora y hambrienta me consideró su principal y acaso única fuente de alimentación. No exagero cuando digo que ni uno solo de los bichos del lugar dejó de asistir a los banquetes que ofrecí.

Pero eran días de fiesta, y creí que debían serlo también para los zancudos, y que mi obligación era ayudarlos a que los celebraran como lo hacemos los seres humanos. Entonces, junto con la comida, decidí ofrecerles alcohol.

Sabrán entender por qué tuve que hacer lo que hice: que fue ingeniármelas para que, durante esos días y a punta de trago, corriera por mis venas tanto alcohol como sangre.

En fin, doné a la voladora fauna calentana algo así como diez litros de mi preciosa sangre, de modo que llegué  a Bogotá hecho una completa y perfecta anemia de pies a cabeza.

Y como constancia de que esa fue exactamente la cantidad que doné, han de saber los lectores que cada zancudo que alimenté quedó convertido en algo digno de formar parte de una fritanga para bichos: en una sabrosa y diminuta morcilla.