martes, 28 de febrero de 2012

Sotanas vemos, pero por debajo no sabemos


Caricatura de Margarita Molano

Eran dos.
Sí, dos representantes de ventas de alguno de los innumerables dioses que saturan los mercados del cielo y la tierra.

Dos peones de una de esas sectas que medran, a la espera de la clientela, en la estantería de las bien surtidas tiendas de las religiones.
Dos seres que, pese a su condición de religiosos, eran humanos. Esto último se supo porque uno de ellos fue bastante rumbero. O mejor: “patialegre”. O con más propiedad: “culipronto”.

Se habrán dado cuenta ya de que hablamos, en efecto, de dos curitas: de Rafael Reátiga y Richard Píffano, dos pastores del rebaño bogotano.
Se sabe, por otra parte, que la educación de seminario consiste, en esencia, en tomar seres humanos inteligentes y malformarlos hasta reducirlos a poco menos que curas.

No fue el caso del curita Rafael Reátiga, cuya potente humanidad lo libró de sufrir semejante mengua. Menos mal.

Porque en vida y en sacerdocio no se entregó a los pecados de la carne, que por suerte se extinguieron hace mucho tiempo, sino prefirió a algo más de moda: las estupendas delicias de la piel.

Dicho de otro modo, ni enlodó ni despreció la sabrosa manzana de Eva, sino que, por el contrario, la acarició, la saboreó y se la comió cuantas veces pudo. ¡Bien hecho, padre Rafael!

Bueno: digamos que se engolosinó con una de las muchas variedades de la manzana de Eva que la diversión moderna ofrece. Una que por desgracia puso a su cuerpo a cargar unos bichos bastante incómodos y letales: los bichos del sida y de la sífilis.
¿Qué hacer entonces?

¿Huir de aquellos bichos? No, estos constituían el mal menor. De lo que sí debía escapar era del mal mayor: del infame dedo acusador de los jerarcas de la secta.
Los dos curitas procedieron de modo admirable: comenzaron por cambiar al puritano e inexorable Dios de la secta por un dios propio y singular, que además de comprensivo y solidario resultó ser para ambos el más confiable de los cómplices.

Lo que hizo el dios personal fue darles a entender que debían presentar renuncia irrevocable a la secta, y que para ello tenían que colgar la sotana, y con ella colgar también todo el pellejo.
Y los tranquilizó diciéndoles que la colgada de pellejo era además el remedio conocido más eficaz para acabar con aquellos bichos.

Como el estiramiento de pata era el único camino que tenían para seguir, se dieron a la tarea de encontrar el modo mejor de hacerlo.
Pensaron primero en el suicidio por mano propia, pero decidieron que no cometerían tan inconfesable redundancia.

Estudiaron luego el suicidio mediante carro, y los abismos que para algo así brinda el imponente Cañón del Chicamocha.
Se asesoraron de un experto santandereano en suicidios, que les dijo que la rodada cuesta abajo tardaba tanto, que durante ella bien podían morir hasta diez veces.

Desistieron entonces de este proyecto porque consideraron que una sola muerte bastaba y aún sobraba, y que las demás eran una pérdida irreparable de tiempo y de carro.
Por último se inclinaron por el sistema más efectivo que se conoce: el suicidio mediante sicario.

El precio fijado por los sicarios casi echa a perder el negocio. Los curitas lograron al fin una rebaja de diez millones de pesos, lo cual los puso lo más de contentos.
Como contentos estuvieron por la paga los sicarios, que no erraron ni un solo tiro.

Y así termina esta real historia de amor y muerte.
Y termina para mayor honra y gloria de Richard y Rafael y de su dios personal, y en detrimento claro está del Dios y de los jerarcas de la secta.

viernes, 24 de febrero de 2012

Del Alto Fugitivo de la Justicia y otros tipos y tipas ejemplarísimos

Los titulares de prensa esconden casi siempre un lado chévere. Hoy intentamos hallarlo y mostrarlo:

Primer titular: “Excomisionado de paz es un colombiano ejemplar: Uribe”.
Apostilla: ¿Ejemplar Luis Carlos Restrepo? Por supuesto que lo es. Y tanto, que nunca dejaremos de lamentar que la Patria lo esté perdiendo, y que lo esté perdiendo gracias precisamente a los admirables ejemplos de vida y uribismo que nos dio en los últimos tiempos. Como estos: “peculado por apropiación, fraude procesal y fabricación y tráfico de armas de uso privativo de las Fuerzas Militares”.

Segundo títular: “Orden de captura podría enredarle asilo a Luis Carlos”

Apostilla: No, no se lo enredará. Por el contrario, gracias a la orden de captura; gracias a los servicios inmensos que él le ha prestado a la Patria, y gracias sobre todo a la sesuda defensa que de él Álvaro Uribe viene haciendo, Luis Carlos Restrepo ya tiene ganado y asegurado un asilo, un buen asilo, el asilo que él merece: el acogedor y cálido asilo de una cárcel colombiana.
Tercer titular: “Tengo la edad de la Barbie: Amparo Grisales

Apostilla: sí, claro: la edad de la barbie…de la barbie con que jugaba Pebbles, la hija de Pedro Picapiedra.
Cuarto titular: “Andrés Felipe Arias sigue siendo del Partido Conservador”

Apostilla: ¡Cómo nos alegra y nos emociona que Andrés Felipe siga siendo godo! Porque él es el hombre, el líder único, el uribista impecable y el magnífico estadista más a propósito para lograr por fin la meta grandiosa que los dirigentes azules se propusieron hace mucho tiempo y que, pese al gran empeño que han puesto, no han logrado alcanzar, y que es, precisamente, acabar de una vez por todas y para siempre con lo poco que queda del Conservatismo.
Quinto titular:“Por ir en estado de embriaguez, le inmovilizaron el carro al 'Tino'”.

Apostilla: ¡Qué bestia es el Tino! Sólo a él se le ocurre sentarse a beber con su carro, embutirle aguardiente hasta ponerlo en estado completo de embriaguez y luego dejar que la Policía lo pillara y lo inmovilizara. ¡Sí: definitivamente qué bestia es el Tino Asprilla!

 Sexto titular: “Rojas Birry no me dio consejos, contó Ricardo Cañón, nuevo Personero de Bogotá”.
Apostilla: ¿No se los dio? Grave. Gravísimo. Porque ¿qué va a hacer Ricardo cuando tenga que hacerse el loco, o el de la vista gorda frente a los carruseles de la contratación que están por crearse y funcionar a toda máquina en la Capital de la República?

miércoles, 22 de febrero de 2012

¡Las panzas caucanas sí que entienden de desarmes!


Vaya, vaya. Con que en esas andan los más inteligentes de nuestros políticos y alcaldes: tratando de inducirnos al desarme.

Lo cual no quiere decir que debamos entregar los arsenales caseros que tenemos para defensa de propia vida ante el ataque ajeno.
No. Sino que tenemos que combatir la violencia con la estrategia única que ellos mismos emplean: echando la mar de carreta sobre el tema del desarme.

Que fue precisamente lo que evitó hacer cierta barriga, tan “sobresaliente” como caucana. Ésta, en lugar de entregarse a bla, bla, bla…, lo que hizo fue desactivar de por vida a un arma que, aunque en Colombia no se le conoce como suficientemente nuclear, sí se le considera bastante peligrosa: el cuchillo.

Los hechos ocurrieron en Popayán, y con ellos se perpetró una obra de teatro breve, que ustedes, generosos lectores, si no tienen algo mejor que hacer, deberían presenciar en seguida, y se lleva a cabo no por actos, como en los dramas chaquesperianos, sino en trozos pequeños.
Comienzo por presentarles a los cuatro protagonistas: la panza caucana de una potencia en volumen de treinta litros de “pola” al día; dos ciencias médicas locales y el cuchillo.

TROZO I
Dos buenos vecinos deciden poner en práctica aquello que hoy llaman “solución pacífica de conflictos”. Disponen para ello, claro está, de un pleito larguísimo.

Empiezan creando la “mesa de negociaciones”, y ahí mismo ocupándola.
Pero da la casualidad que la “mesa de negociaciones” no pertenece a alguna comisión de paz sino a una tienda de barrio. Y así, entre “pola y pola”, los dos vecinos dan por terminada la “solución pacífica”, y deciden someter su pleito a un método mejor y más ameno: “la solución alcohólica”

Pero la cuenta crece y la solución tarda. Viendo esto, a uno de ellos se le ocurre que es tiempo de ensayar una “solución rápida”. Recuerda entonces que el uso de puñalada, no solo no está prohibido expresamente en los manuales, sino que ayuda bastante. Y así, aquel hombre saca su veloz método a relucir, y…
Cae el telón.

TROZO II
La panza, junto con su propietario, alcanza a llegar con aire al hospital Toribio Maya. Sin embargo, un pequeño agujero hace esfuerzos desesperados por desinflarla y sacarla de servicio.

La ciencia médica local despliega entonces a todos sus efectivos. Le hacen todo lo que en un caso así deben hacerle. Hasta le tapan el agujero. De modo que, de nuevo con su propietario a cuestas, la panza vuelve sana a casa.
Pero lo de sana le dura poco. A los tres meses vuelve por indigestión permanente a otro hospital. Allí otra ciencia médica la abre, y lo que encuentra pone a esta ciencia patas arriba, como señal inequívoca de sorpresa y desmayo.

¿Patas arriba? Sí, porque lo que halla, y que la barriga no podrá digerir jamás, es ni más ni menos que la hoja de un cuchillo.
¿Qué ha ocurrido? Que durante la aplicación de la “solución rápida”, la panza reacciona y actúa como la haría una auténtica heroína del desarme: no devuelve el cuchillo completo, sino solo el mango.

Cae el telón.
TROZO III

Y el último, para alivio de los lectores que hasta aquí han soportado silla y obra.
En este momento comienza, más que la “solución jurídica”, la batalla legal.

Porque la panza, viéndose de tal modo agujereada, va a la Justicia y acusa al dueño del cuchillo de porte ilegal de armas de muy mala calidad y altísimo poder infeccioso.
El otro vecino, que ve su cuchillo inservible, hace a su vez lo propio: acusa a la panza de detrimento en su patrimonio armamentístico.

Y las autoridades caucanas, conscientes de sus deberes, promueven a su turno la desinfección y control de calidad de las herramientas propias de la “solución rápida de conflictos”.
Y este es el punto en que cae por última vez el telón y ustedes abandonan la sala y se dispersan…

Y yo les digo: gracias, y los invito a que no se pierdan el próximo escrito, que ofrecerá también su buena dosis de sabrosura.

jueves, 9 de febrero de 2012

No gozo de buena salud porque gozo de sistema de salud

El director de cine y humorista Woody Allen dijo lo siguiente: "Dios ha muerto, Nietszche ha muerto y yo no gozo de buena salud".

¿Cuál de los tres sanará más rápida y fácilmente? Es bastante difícil saberlo, como bien se comprenderá.

Cosa bien distinta ocurre si a mí me da por completar de esta manera la frase de Woody: “Dios ha muerto, Nietszche ha muerto, Woody no goza de buena salud, y yo soy usuario del sistema de salud de Colombia”.

Sí que cabe aquí preguntar otra vez: estando como estamos, ¿a cuál de los cuatro le va a ser más difícil recuperar la salud?

¿A cuál va a ser? ¿A Dios? No. ¿A los otros dos? Menos. ¿Entonces? ¡A  mí, por supuesto!