Profunda
preocupación continuamos sintiendo los angelinistas (así nos hacemos llamar los
zarrapastrosos seguidores de Angelino Garzón), por el estado de salud de
nuestro vicepresidente de la República.
De la salud vicepresidencial
varios son, en efecto, los hechos que nos quitan el buen dormir.
Nos parece,
en primer lugar, que en los últimos días todos los órganos internos que le
brindan servicios a sus inteligentes neuronas aún no se los están prestando en
forma eficiente, sino bastante a medias.
Como si esos
órganos estuviesen en huelga…o fuesen empleados de alguna EPS.
También nos
alarma tener que reconocer que Angelino, no obstante todos los arreglos que
recibió en la clínica Reina Sofía, salió de allí muy mal; tan mal, que en lugar
de devolverse, que es lo que ha debido hacer, se puso a dar como loco declaraciones
políticas.
Nos parece,
en fin, que Angelino debería entrar nuevamente a cuidados intensivos, pues,
aunque no presenta síntomas que pudieran inquietar a la medicina colombiana, sí
continúa presentando declaraciones que están llenando de perversos virus a la
opinión pública.
Porque ¿a
quién podría ocurrírsele pedir “que haya un acuerdo entre el presidente Juan
Manuel Santos y el expresidente Uribe, porque el país lo está esperando”?
Sí: ¿a quién
se le ocurriría soltar semejante genialidad?
Solo a alguien,
y sea dicho esto con el debido respeto, solo a alguien a quien le están
haciendo falta unos cuantos cuidados intensivos más, que es, según nos está
pareciendo a los angelinistas, lo que le está ocurriendo al vicepresidente.
O a alguien a
quien le parezca muy patriótico, como tal vez le parece a Angelino, que Santos
se rebaje en este momento a un acuerdo con Uribe.
O a alguien
con un par de neuronas extraviadas, y que en sus extravíos hayan caído las dos en
el uribismo, que es adonde finalmente van a dar todas los cerebros extraviados
de este país.
A los
angelinistas nos importará siempre la salud de Angelino. Pero en este momento nos
importa más la salud de Angelino, que el Angelino mismo.
De manera
que estamos dispuestos a luchar contra el virus maligno que lo ha puesto a
decir y proponer todas esas absurdas cosas, y que adquirió en el mismo momento
en que Angelino, tras su largo encierro en la clínica, salió a la luz pública.
Y en esa
lucha decidimos echar mano de las mañas del arte de la sanación.
Lo primero
que hicimos fue tomar muestras de todas sus declaraciones políticas recientes y
enviarlas a exámenes de laboratorio clínico.
Una de esas
muestras pasó por el examen coprológico, pues se quería saber si lo que habla
Angelino, cuando habla, es m…, pero no, por suerte no la habla: salió negativo
el examen.
Otras, para
determinar sus niveles de sindicalismo y zarrapatrosismo, pero resultaron
normales.
Los que sí
se mostraron bastante anormales fueron los niveles de fritanguismo: Angelino
los tiene muy bajos: ya casi en el piso.
Y por eso
pudimos concluir que a las declaraciones que ha hecho el vicepresidente no les
hace falta buen juicio y razón, ¡sino fritanga!
Sí: es lo que
Angelino debe emprender para mejorar sus declaraciones: hacer una buena dieta
diaria a base de fritanga idem.
De manera
que desde esta tribuna le pedimos al Vicepresidente que, en lugar de proponer
un diálogo entre Santos y Uribe, inicie él una pronta reconciliación suya con
la fritanga.
Por el bien de Colombia, y la vida eterna de ese milagroso alimento que es la morcilla y compañía.