lunes, 12 de diciembre de 2011

Juan Manuel, el más milagroso de todos los santos

Es de admirar lo que el presidente Santos está haciendo por rescatar a los colombianos de la práctica de la vagancia laboral obligatoria.

A decir verdad, el colosal esfuerzo desplegado en este sentido consiste solo en lanzar anuncios. Pero no de cualquier manera.

Conviene recordar ahora que hace poco alguien intentó desprestigiar al gobierno actual diciendo que es de anuncios.  El intento fue bueno, pero algo corto. Si bien es cierto que este gobierno es de anuncios, hay que ver el modo que emplea para echarlos al aire y los resultados que así obtiene.

Santos le confiera una descomunal fuerza de solución a cada anuncio que hace. Y tanta es esa fuerza, que con el solo anuncio el problema correspondiente queda de inmediato solucionado. Son pues anuncios milagrosos.
El último constituye su milagro más reciente y el que va a cambiar en forma radical el panorama laboral colombiano.

He aquí lo ocurrido. El modelo de desarrollo colombiano, como buen modelo que es, está concebido fundamentalmente para conseguir dos resultados: la multiplicación  del número de los pobres y a la vez la reducción del de los ricos, y la fabricación a gran escala de desocupados y de proveer con ellos a los mercados mundiales.
Santos sueña con pasar a la historia como el presidente de los desempleados.

Y lo está consiguiendo. Viajó a Europa y vio allí las largas colas de desempleados. Volvió a Colombia, y para regocijo suyo no vio aquí ninguna.
Entonces, y como parte fundamental de su lucha contra el desempleo, soltó el anuncio milagroso: “Mientras en países desarrollados el desempleo aumenta, en Colombia disminuye”.

Logró así dos cosas: una, que en Colombia dejara de existir la vagancia laboral; y la otra, que la vagancia europea nos vea ahora como inagotable fuente de empleo.

Y el cambio que sufrirá nuestro comercio exterior será el más profundo de todos los tiempos, porque en pocos días de exportadores pasaremos a ser grandes importadores de desempleo.
Y si este cambio no es un milagro hecho por el solo anuncio de Santos, ¿qué podrá serlo entonces?

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