miércoles, 23 de enero de 2013

El seno costeño que entró en reyerta y acabó en destape



Damos por sentado que detrás de un par de opulentos senos va siempre adherida, bien adherida, una exuberante mujer. Una sola.

Sin embargo, hay senos gloriosos que no caben en esta regla.

Como los de la estupenda Sofía Vergara, por poner un par de bonitos ejemplos.

Son la excepción porque, aunque se sabe que ella es una mujer a dos inmensos senos arrimada, no es sin embargo la única que está detrás de ellos.

Existe también una masculina porción de la humanidad que siempre, siempre irá tras ese par de senos de asombro que Sofía con tanto talento y tino administra, mantiene y sostiene.

Esa porción somos nosotros, sus admiradores. No todos, claro. Sólo aquellos que sabemos admirarla por tramos. Es decir, que invertimos gran parte de nuestra admiración en sus senos, y el resto en Sofía.

Y sí: vamos tras ellos, pero no del mismo modo ni por los mismos motivos que Sofía, claro está.

Como ya lo dijimos antes, ella por naturaleza estará siempre adherida a ellos, y esa, o cualquier otra forma de adhesión conocida o desconocida, nunca estará al alcance de sus tenaces admiradores.

Y por otro lado, Sofía va siempre tras sus senos, porque ellos son los que se yerguen y echan por delante cuando se trata de ir a los medios de comunicación a promocionarla a ella.

No ha de haber duda en que ese par de eximias tetas son las reales y más eficaces promotoras de la carrera de película de Sofía.

En cambio, sus admiradores vamos tras ellas, tras esas fieles y orgullosas promotoras, solo por gratitud a ellas, y por tener algún día el placer de conocerlas más a fondo. Más a sostén quitado, si se quiere.

Exacto: conocerlas más en detalle y en toda su espléndida redondez…

Que fue el placer que a nuestros ojos y a principios de este año ofreció una de las tetas de Sofía, que, consciente (la teta, por supuesto) de que se debía más a su público que a la actriz, le dio por escaparse de la clandestinidad en que se le mantenía, y se entregó enterita a la mirada pública y al comentario placentero.

Ocurrió en un club de Miami, en el que Sofía se encontró en algún momento envuelta en una reyerta, y su teta izquierda, en un rápido pero voluptuoso destape.

La fotografía de arriba, además de ilustrar este inteligente comentario, ilustra también el aterrizaje de ella, y el generoso descaro de su teta.  (Ver noticia)

Sin embargo la imagen favorece muy poco al seno.

El procurador Ordóñez sabe que toda teta desnuda se sonroja cuando la miran, y tratando de evitar que se le notara el sonrojo a la de Sofía, ordenó que la taparan, a la teta, con la cinta negra que allí se ve.

Aun así, y pese a esta opaca fotografía de celular, la teta izquierda de Sofía va hoy de boca en boca. Es decir, se habla mucho y bastante bien de ese pechito.

Entonces no se nos haga raro que cualquier día de estos sea por eso llamada, la teta, a protagonizar otra serie de la televisión norteamericana.

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