“Por suerte
el Rolex de Fernando Londoño no fue víctima en la Caracas del raponazo común y
corriente, sino más bien del voluntario abandono de su propietario en la
ambulancia”.
Con esta explicación,
Juan Manuel Santos empezó el diálogo con los periodistas.
“Pero, si para
recuperarlo tenemos que mover cielo y tierra, los moveremos”, enfatizó enseguida
Santos.
“Me explico:
Sacudiremos tierra, por si algún vivo se hizo al Rolex y sintiendo que el piso
se le mueve decide soltarlo; y cielo, por si uno de los muertos que fue a dar
allá por el bombazo se arrepiente y nos lo devuelve”, remató.
Luego entró
en defensa propia y a responder a las acusaciones que le vienen haciendo de
indiferencia ante el vacío que dejó el Rolex en el seno de la familia Londoño.
Se sabe que
sus malquerientes sostienen que “Santos no hizo lo poco que entonces debió
hacer, que fue declarar duelo nacional y decretar bandera a media asta”.
Un
periodista le preguntó: “Presidente, ¿sabe al menos el Gobierno en qué manos, o
en qué muñeca, se halla en este momento el Rolex?”.
“Solo sabemos
que se encuentra en manos de las Farc”, fue la respuesta de Santos.
A la que
agregó:
“¿Y por qué
las Farc? Porque ellas aventajan en todo a la afamada y experimentada
delincuencia bogotana. Y cuando deciden apropiarse de un reloj de pulsera, no
montan un simple raponazo, como lo haría una banda común, sino un operativo terrorista
monumental, como el del pasado 15 de mayo, en el que no faltó el bombazo y vimos
escoltas en átomos volando.
“También estamos
seguros de que el Rolex sigue en Bogotá. Nos enteramos de ello por las
vibraciones de angustia que emite el atribulado aparato, y que han llegado
hasta la Casa de Nariño.
“Evitaremos
a toda costa que salga de aquí. Para ello ofrecimos $500 millones de recompensa
a quien lo recupere y hemos distribuido cientos de retratos del Rolex hablados”.
“¿Entre la
ciudadanía?”, inquirió el periodista de Semana.
“Qué va,
hombre, entre los ladrones de relojes, que nos ofrecieron su concurso para
luchar contra el crimen organizado y traer el reloj de nuevo a casa”.
Aunque un
estratega del gobierno cree que sería conveniente que el Rolex prefiriera
viajar a la selva “porque así las Farc lo declararán preso político, exigirán
canjearlo por su propietario, aceptaríamos tal canje y por ese camino el Rolex
y la felicidad estarán de vuelta a la familia Londoño”.
Por su
parte, Santos finalizó el diálogo dando dos razones por las cuales Colombia
entera debe buscar y conseguir la liberación del Rolex.
Una,
histórica: “Por no reponerle un cerdo y varias gallinas que había perdido, el
finado Tirofijo fundó las Farc y con ellas se alzó contra los poderosos de
Colombia. Si ahora las Farc no devuelven el Rolex, ¿alcanzaremos a imaginar las
que armará Fernando Londoño, en desquite, contra los pobres de Colombia?”.
Humana la
otra: “Cuando nos informaron que una bomba había estallado en los alrededores
de Fernando Londoño, fuimos a la clínica a felicitarlo por haber salido con
vida. Demacrado, como si su alma cristiana también hubiera volado en átomos,
exclamó: -
-Presidente:
¿De qué me sirve a mí, a Fernando Londoño, haber salvado mi vida, si en el
mismo hecho he perdido mi Rolex?-”.
“Y sí: a
Fernando hay que devolverle el alma al cuerpo, devolviéndole su Rolex”,
pensamos muchos colombianos.
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