jueves, 24 de noviembre de 2011

Contra la inseguridad, no hay como el optimismo presidencial

Es de ver el trato irreverente que la inseguridad viene dando desde hace años a los buenos y pacientes habitantes de Bogotá.

 En pago, estos aprovechan toda oportunidad para hablar mal de ella, para desacreditarla, denunciarla y enfrentarla con sus más encarnizados y letales enemigos: los policías.

Los bogotanos no pueden seguir siendo parte de esta contienda feroz: es preciso que comiencen a combatir la inseguridad con estrategias más inteligentemente diseñadas.

Sí, a combatirla con estrategias más eficaces. Como, por ejemplo, superar esa actitud negativa hacia el robo y el atraco, y en su lugar empezar a cultivar una visión optimista de la  justicia distributiva que la delincuencia viene imponiendo en la ciudad.

Con algo más de optimismo en sus retinas, los bogotanos dejarían de considerar como atracos, fleteos, raponazos, asaltos y robos a hechos que no son más que medios de adquirir en forma directa y a precios bajos bienes que son incomprables en el comercio regular

Si de lo que se trata es de disminuir a cero los terribles efectos de la inseguridad, no hay duda que el método descrito es el más inteligente y audaz de lograrlo.

En resumen, para derrotar la inseguridad lo que la Capital necesita, no es que llenen sus calles de policías, o que las desocupen de cacos, sino bogotanos con una visión menos negativa del quehacer diario de la delincuencia.

Precisamente, bogotanos armados con ese género de optimismo que en todo tiempo y lugar irradia el presidente Santos, y del que está haciendo gala en Londres.

En efecto, ante ingleses maravillados y boquiabertos afirmó que “Caminar por Bogotá es más seguro que en ciudades como Washington o Atlanta".

El optimismo presidencial, si bien no bajó de inmediato los índices de inseguridad, sí le causó un daño irreparable al esfuerzo que venía desplegando la delincuencia nacional por convertir a Bogotá en la ciudad más insegura del mundo.

Pero basta de andar por las ramas. Hay que dar con la causa que hace que, en materia de inseguridad, Washington esté progresando más rápidamente que Bogotá.

¿Por qué es más inseguro caminar por las calles de la capital norteamericana que por las de la capital colombiana? ¿Por qué, si ambas son sede de gobierno y de congreso?

¿Es acaso porque allá hay por kilómetro cuadrado más calles que acá?

No. La capital gringa es más insegura por la única razón posible: porque allá, por cada habitante hay más políticos que acá. 

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