Bernardo
Moreno volverá a sus antiguas andanzas gracias a que el Tribunal Superior de
Bogotá le abrió las puertas de la cárcel y lo empujó a la libertad.
Hoy goza
este personaje de excarcelación indefinida, en efecto, pese a que en su
ejemplar hoja de servicios a la Patria siguen figurando las acusaciones serias
de participación en el gobierno de Uribe, y de haberlo hecho como secretario
general de la Presidencia.
Dos imputaciones
consideradas muy graves hoy en día, y por las cuales Bernardo no ha sido hasta
ahora objeto de juzgamiento alguno, y de las que, según indicios ciertos y bien fundados, nunca
saldrá absuelto.
Anda libre,
sin embargo.
Porque el Tribunal
considera que Bernardo es ahora todo un hombre, pero incapaz de nada.
En efecto,
el magistrado no encontró razones para pensar que Moreno pudiera manipular
pruebas y obstruir así a la justicia colombiana, y que por eso lo soltó.
A ver: ¿Incapaz
un uribista como Moreno de manipular y obstruir nuestra justicia?
¿Incapaz de
manipularla un profesional que legó a la administración pública aportes tan
relevantes y admirables como “concierto para delinquir agravado, violación
ilícita de comunicaciones y abuso de función pública”?
A decir
verdad, nunca antes un varón fue tan deshonrado y menoscabado como lo ha sido
Moreno en estos días, al ser hallado y declarado por el alto Tribunal con
incapacidad total, aunque temporal, para obstruir la justicia y ponerla así a
su capricho y favor.
Moreno está
en mora de reaccionar ante semejante atropello y de hacerlo con entereza digna
de su uribismo recalcitrante.
Así las
cosas, debería regresar al lugar de reclusión, y amenazar con permanecer preso
hasta que el Tribunal, mediante sentencia o lo que fuere, le devuelva y
reconozca por completo su capacidad profesional de obstrucción de la justicia.
Hágalo,
Bernardo, y hágalo ya, si no quiere ser indigno un día de esa deslumbrante
virtud que usted posee en abundancia, que además combina a la perfección con su
personalidad y su estilo, y que no es otra que la virtud de ser sospechoso de
uribismo.
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